jueves, 11 de junio de 2015

¿Qué debemos comer?



¿QUÉ DEBEMOS COMER?
Para contestar esta pregunta tendremos que conocer primero varios aspectos
de nuestra fisiología y del medio que nos rodea.

En primer lugar, debemos atender a lo que nos revela nuestra dentadura. La dentadura de cada clase de animal responde a sus necesidades alimenticias y biológicas. Cada especie está programada biológicamente y tanto su dentadura como su aparato digestivo han evolucionado para adaptarse lo mejor posible al tipo de alimentación propio de la especie. Por ejemplo, la dentadura de un depredador, de un carnívoro, está compuesta principalmente por piezas afiladas y cortantes, con el fin de que pueda desgarrar con facilidad la carne.
La dentadura del hombre consta de treinta y dos piezas, veinte de las cuales son molares y premolares —es decir, piezas planas destinadas a moler—, ocho son incisivos —piezas especializadas en cortar— y las cuatro restantes son caninos —piezas puntiagudas, cuya función es desgarrar—. En términos porcentuales vetos que d 62,5% de nuestra dentadura está destinado a moler, el 25% a cortar y el 12,5% a desgarrar. Estos datos nos dan una idea muy aproximada de en qué proporción debemos consumir los distintos tipos de alimentos. Una dieta estándar debería estar compuesta de un 62% de cereales, legumbre y semillas, un 26% de frutas y verduras y un 12% de proteína animal, aproximadamente. Hay que añadir que según los individuos los colmillos y otros dientes pueden ser más o menos afilados o planos, lo cual puede ser un indicativo de su mayor o menor necesidad de proteína animal —de hecho, diferencias de ese tipo se dan, por ejemplo, entre un esquimal y un caribeño.

En el diagrama siguiente se pueden apreciar estas proporciones: un octavo de carnes y productos animales, dos octavos de hortalizas y frutas y cinco octavos de granos (cereales, legumbres y otras semillas).

Caninos 4/32=1/8  carnes, productos animales
Incisivos 8/3 2= 114=2/8  hortalizas y frutas
Molares y premolares 20/32=5/8  granos, legumbres y cereales




• La longitud de nuestro sistema digestivo se aproxima más a la de los animales herbívoros que a la de los carnívoros. Los alimentos de origen animal se pudren más rápidamente que los de origen vegetal, produciéndose sustancias potencialmente tóxicas a medida que van descomponiéndose. Para un herbívoro es peligroso alimentarse de carne, ya que tendría que permanecer demasiado tiempo en su tubo digestivo sufriendo la inevitable putrefacción. 
• Por otra parte, la longitud de nuestro apéndice es mucho menor que la de los herbívoros, lo que indica que nuestro diseño no es demasiado compatible con el cudrivorismo.
• Nuestra saliva es ligeramente alcalina y contiene amilasas, enzimas que ayudan a digerir los hidratos de carbono complejos presentes casi exclusivamente en el mundo vegetaL Sin embargo la saliva de los carnívoros es ligeramente ácida y no contiene amilasas.



Estamos físicamente capacitados para comer de todo sin repercusiones inmediatas, pero nos conviene una dieta más vegetariana que carnívora, rica en hidratos de carbono complejos y muy especialmente cereales y legumbres.