Según los investigadores James y Peter D'Adamo la
buena o mala asimilación de los alimentos está condicionada por nuestro grupo
sanguíneo.
Hasta el punto de que en cada grupo -A,
B, AB y O- hay alimentos que son perjudiciales, otros beneficiosos y otros
neutros. Es más, aseguran que muchas enfermedades pueden deberse al mero
consumo de alimentos no adecuados para nuestro grupo sanguíneo. Otros, en
cambio, nos ayudarían a sanar. Incluso afirman que en ello está la razón de que
muchas personas no consigan adelgazar cuando se ponen a dieta.
Agregaré, por último, que los datos
disponibles indican de forma aproximada que el 40% de los europeos posee sangre
del tipo 0, otro 40% del tipo A, el 15% del tipo B y alrededor del 5% del tipo
AB.
El aporte de
James D'adamo
Hace casi tres décadas un naturópata
llamado James D´Adamo se dio cuenta de que los tratamientos dietéticos que
aconsejaba a sus pacientes no obtenían siempre los mismos resultados y se
preguntó a qué podría deberse. Formado en la escuela naturista, su experiencia
con los pacientes le llevaría a percatarse sobre todo de que mientras la dieta vegetariana
le sentaba estupendamente a algunas personas y su salud mejoraba a otras no
parecía hacerles apenas efecto y a algunas incluso les sentaba mal y
empeoraban. Aquello le sorprendió llevándole a la conclusión evidente de que no
a todas las personas les sienta bien el mismo tipo de alimentación. E intuyó
que como la sangre era la fuente principal de nutrición del organismo la
respuesta podía estar en ella.
Decidió pues investigarlo y a lo largo
de muchos años tomó notas para poder luego cotejarlas y buscar posibles pautas
comunes. Y sería de tan sencilla pero perseverante manera como llegaría a darse
cuenta de que el tipo de alimentación estaba relacionado con los distintos
tipos sanguíneos. Observó, por ejemplo, que las personas de sangre tipo A responden
mal a las dietas generosas en proteínas cárnicas pero muy bien a las ricas en
proteínas vegetales. Y que a esas mismas personas ni la leche ni sus derivados
les iban bien. Es más, también mejoraban con ejercicios leves como el yoga
mientras los duros y dinámicos les producían malestar. En cambio, a las
personas de sangre tipo 0 les sentaba estupendamente la carne y los ejercicios
más intensos. Y llegó a la conclusión de que, en efecto, el refrán que dice
"lo que es alimento para un hombre puede ser veneno para otro"
encerraba una gran verdad.
Todas aquellas observaciones las
recogería James D'Adamo en una obra titulada El alimento de un hombre (One
Man´s Food) que vería la luz en 1980.
Hasta que los datos acumulados le
llevarían finalmente a concluir que el tipo de sangre predispone a las personas
a un tipo de alimentación concreto y distinto en buena medida a las de otros
tipos. E, incluso, que predispone más a unas enfermedades que a otras. Y no
sólo eso: también descubriría que la salud depende, en mucha mayor medida de lo
que la gente imagina, de la alimentación. Es decir, que hay alimentos que
actúan positivamente en los organismos de las personas con un determinado tipo
de sangre mientras en las personas de otros tipos son perjudiciales. Y no sólo
eso: a su juicio una alimentación no acorde con el tipo de sangre que se tiene
es una de las principales causas del sobrepeso u obesidad de muchas personas. y
la causa de que no logren adelgazar cuando lo intentan. Algo que sí
conseguirían si dejaran de ingerir los alimentos perjudiciales para su tipo de
sangre
Dicho lo cual hay que aclarar desde ya
que el propio autor deja claro que esas conexiones no son radicales. Es decir,
no todos los organismos de las personas del mismo tipo son intolerantes a todos
los alimentos ni el grado de sensibilidad es igual en todos al alimento al que
son intolerantes. Las pautas generales que ofrece tras sus años de estudio clínico
son pues sólo orientativas. Téngalo en cuenta. En todo caso, si desea
profundizar en este tema sepa que encontrará las conclusiones de Peter D'Adamo
publicadas en su obra Los grupos sanguíneos y la alimentación (Ed. J. Vergara).
¿Y Por qué
ocurre así?
Padre e hijo, obviamente, se
preguntarían por qué reacciona de forma tan diferente la sangre de unas
personas con respecto a la de otras y a qué se debe la incompatibilidad
manifiesta entre ellas en algunos casos. Su conclusión -que puede ser
discutida- es la de que cada grupo sanguíneo es el resultado de un momento de
la propia evolución humana. Según ellos, el grupo sanguíneo del *tipo 0* -el
más antiguo y extendido-tendría más de 40.000 años de existencia y procedería
de los hombres del Cro-Magnon, cuya alimentación se basaba en la caza y, por
ende, en las proteínas de la carne. El siguiente en aparecer habría sido el
*tipo A* -entre 25.000 y 10.000 años- y apareció con las primeras sociedades
agrícolas cuya alimentación se basaba en el consumo de cereales y vegetales,
procediendo especialmente de Asia y Oriente Medio. El*tipo B* procedería de las
montañas del Himalaya surgiendo hace aproximadamente entre 15.000 y 10.000 años
siendo propio de los habitantes nómadas de las estepas asiáticas. En cuanto al
*tipo AB *habría surgido de la mezcla entre caucasianos (A) y mongoles (B).
Pues bien, para los D'Adamo la reacción
de cada uno de los tipos sanguíneos se debería a que la sangre guarda una
especie de "memoria celular" que "recuerda" su ancestral
tipo de alimentación. Ahora bien, ¿por qué reacciona la sangre ante ciertos
alimentos como si éstos fueran peligrosos enemigos a batir? Peter D'Adamo
asegura que se debe a las lectinas de los alimentos. ¿Y qué son las lectinas?
Pues un tipo de proteínas cuyos antígenos también producen la activación del
sistema inmune y, consecuentemente, el fenómeno de aglutinación en sangre del que
hemos hablado al principio. Algunas hasta pueden producir la muerte instantánea
en presencia de cantidades infinitesimales al convertir los glóbulos rojos en
coágulos que obstruyen las arterias. Es el caso de la ricina que contienen las
semillas de castor (Ricinus communis) aunque afortunadamente la mayoría de las
lectinas de nuestra dieta no son tan peligrosas.
Y lo importante es que cada grupo
sanguíneo reacciona de manera diferente ante ellas. Es decir, hay lectinas
alimentarias –hablamos siempre generalizando- que son rechazadas por las
personas de un tipo de sangre mientras no ocurre así con otros para los que
incluso son beneficiosas.
Alimentos
Beneficiosos, Neutros o Desaconsejados
En suma, Peter D'Adamo clasifica los
alimentos en relación con los cuatro grupos sanguíneos en beneficiosos, neutros
y desaconsejados. Los primeros son -en cada grupo sanguíneo- los que
desarrollan un papel nutricional óptimo asegurando además una actividad
antioxidante, antimutágena y anticancerígena. Podríamos decir que son
"alimentos medicinales". Los segundos llevan a cabo un papel
meramente nutritivo. Y los terceros son los que contienen sustancias no
digeribles para los individuos de un determinado grupo sanguíneo debido a sus
lectinas específicas porque provocan la reacción defensiva del sistema inmune
que los aglutina para poder luego eliminarlos.
Características
Generales del Tipo 0
Según Peter D'Adamo las personas con
sangre del tipo 0 presentan -siempre hablando en general- un sistema
inmunitario potente y muy activo, tendencia a una actividad tiroidea lenta,
dificultad de adaptación a nuevas condiciones ambientales y nutricionales,
bienestar con actividad física o deportiva regular e intensa y un aparato digestivo
muy eficiente capaz de metabolizar dietas ricas en proteínas (carnes magras,
pescado y marisco). En cuanto a los alimentos que le son muy beneficiosos o
perjudiciales puede encontrarlos el lector en el recuadro
Los que no figuran son considerados
neutros pero, en general, las personas del tipo 0 deben:
1) Consumir frutas y verduras en
abundancia pero reducir el consumo de las crucíferas (coliflor, coles de
Bruselas, berzas...) y las hortalizas de la familia de las solanáceas
(berenjenas, patatas, etc.) excepto los tomates
2) Consumir carnes magras equilibrando
esa aportación con verdura. Deben evitar sin embargo la carne de cerdo, los embutidos,
las carnes en conserva y los alimentos en salazón.
3) Consumir pescado y marisco a
excepción de pulpo, salmón ahumado, arenques en salazón, caviar y pez gato así
como el pescado salado, secado o en conserva.
4) Limitar o evitar el consumo de leche,
lácteos, quesos y huevos. Están en cambio permitidos la mantequilla, los quesos
frescos magros y los quesos de soja.
5) Eliminar todo producto que contenga
trigo y limitar los que llevan maíz y cereales.
6) Evitar las bebidas gaseosas, las
colas y el café prefiriendo el té.
7) Practicar alguna actividad física de
forma regular. Les van mejor los deportes competitivos que requieren intenso
esfuerzo físico.
8) En presencia de problemas utilizar
productos fitoterapéuticos o infusiones de diente de león, menta, olmo, fucus,
tila, alholva, regaliz, lúpulo y rosa canina. Y evitar las de equinácea, áloe,
bardana, genciana, barba de maíz o ruibarbo.
Cabe añadir que los alimentos que
favorecen el aumento de peso en las personas del tipo 0 son el gluten del trigo,
el maíz, las judías, las lentejas y las crucíferas (coles, coliflor y coles de
Bruselas). Por el contrario, favorecen la pérdida de peso las algas marinas, la
sal yodada (de forma muy moderada), los pescados y mariscos, la carne de
hígado, las espinacas y el brócoli.
Características
Generales del Tipo A
Las personas con sangre del tipo A
presentan según D'Adamo -hablando en general, insistimos- un sistema
inmunitario vulnerable, una buena adaptación a condiciones ambientales y
nutritivas estables, bienestar con una actividad física o deportiva relajante,
un aparato digestivo frágil que tolera mal la carne, la harina de trigo, la
leche y los lácteos, y al que le va mejor una dieta vegetariana rica en
cereales y legumbres.
Las personas del tipo A deberían pues:
1) Basar su dieta en el consumo de
fruta, cereales, legumbres y verduras.
2) Consumir pescado sólo en pequeñas
cantidades (carpa, mero, bacalao, merluza, salmón, sardina, trucha) excluyendo
los pescados planos como el lenguado y la platija.
3) Limitar o evitar el consumo de carne
pero evitando los embutidos, las carnes -especialmente si están en conserva- y
los alimentos salados o ahumados (embutidos, carnes en conserva, alimentos en
salazón...).
4) Evitar el consumo de leche y
productos lácteos. En cambio, la soja y sus derivados le son particularmente
beneficiosos.
5) No consumir alimentos precocinados.
6) Consumir de forma habitual semillas
oleaginosas y frutos secos pero evitando las nueces brasileñas y los pistachos.
7) Reducir el consumo de productos a
base de harina de trigo.
8) Practicar actividades físicas
relajantes (yoga, Tai-Chi, bicicleta, natación, excursiones...).
9) Utilizar en caso de malestar
productos fitoterapéuticos o infusiones de manzanilla, cardo mariano,
equinácea, valeriana, áloe, bardana y espino albar pero evitar la barba de maíz
y el ruibarbo.
Cabe agregar que los alimentos que
favorecen el aumento de peso en las personas del tipo A son las carnes, los
alimentos lácteos, las habas y el exceso de trigo favoreciendo el adelgazamiento
los vegetales, los aceites vegetales, la soja y la piña.
Características
Generales del Tipo B
Las personas con sangre del tipo B
presentan según D'Adamo un sistema inmunitario activo, facilidad de adaptación
ambiental y nutricional, bienestar con actividades físicas o deportivas
moderadas y equilibradas, y un aparato digestivo eficiente que le permite
seguir una dieta variada y equilibrada con leche y lácteos pero que posee poca
tolerancia a los embutidos, la carne de cerdo, el marisco, las semillas y los
frutos secos.
Las normas
generales a seguir por las personas del tipo B serían:
1) Llevar una dieta variada y
equilibrada.
2) Consumir abundantes frutas y
hortalizas de hoja verde.
3) Consumir carnes magras pero evitando
las de pollo y cerdo así como los embutidos.
4) Consumir pescado pero evitar los
mariscos. No se recomiendan las gambas, los cangrejos, la langosta, los
mejillones, las ostras, las almejas, el pulpo, las anchoas, la anguila y los
caracoles.
5) Consumir huevos, leche y productos
lácteos (es el único que los tolera bien).
6) Limitar los productos a base de trigo
y maíz.
7) Limitar el consumo de semillas y
frutos secos.
8) Practicar actividades físicas
moderadas y equilibradas como los ejercicios aeróbicos, la bicicleta, la
natación, el yoga o el tenis.
9) Utilizar en caso de malestar
productos fitoterapéuticos o infusiones de salvia, menta, ginseng, eleuterococo
o regaliz pero evitar las de tila, lúpulo, ruibarbo, áloe, barba de maíz y
alholva.
En cuanto a los alimentos que favorecen
el aumento de peso en las personas del tipo B son el maíz, las lentejas, los
cacahuetes, las semillas de sésamo, el trigo y el trigo sarraceno favoreciendo
el adelgazamiento los vegetales de hoja verde, el té de palo dulce, la carne
-especialmente la de hígado-, los huevos y los lácteos.
Características
Generales del Tipo AB
Las personas con sangre del tipo AB
presentan según D'Adamo un sistema inmunitario vulnerable, facilidad de
adaptación a las condiciones de vida modernas, bienestar con una actividad
física o deportiva relajante que exija esfuerzos moderados y un aparato
digestivo frágil que precisa una dieta mixta moderada y tolera mal las carnes
rojas, la pasta, las alubias y los frutos secos.
Las normas
generales a seguir por las personas del tipo B serían:
1) Limitar el consumo de carnes rojas y
evitar las carnes en conserva o ahumadas así como los embutidos.
2) Consumir pescado y marisco pero
evitando la langosta, las gambas, los cangrejos, las ostras, las almejas, el
pulpo, la lubina, las anchoas y la anguila.
3) Evitar el consumo de productos a base
de harina de trigo y limitar el consumo de pasta.
4) Consumir leche, lácteos y quesos...
salvo cuando al hacerlo haya producción excesiva de moco con afecciones de las
vías altas respiratorias. En tal caso deben suprimirse.
5) Consumir frutas -especialmente
ciruelas, uvas, piña y frutas del bosque- y hortalizas en abundancia -sobre
todo tomate-.
6) Preferir las grasas vegetales
-primando el aceite de oliva- pero evitar el vinagre.
7) Eliminar los encurtidos y la
pimienta.
8) Preferir las actividades físicas y
deportivas relajantes que exijan sólo esfuerzos moderados.
9) En caso de malestar utilizar
productos fitoterapéuticos o infusiones de manzanilla, cardo mariano,
equinácea, eleuterococo, regaliz o espino blanco pero evitar las de tila,
lúpulo, áloe, barba de maíz, alholva yruibarbo.
Terminamos comentando que los alimentos
que favorecen según Peter D'Adamo el aumento de peso en las personas del tipo
AB son las carnes rojas, el maíz, el trigo, el trigo sarraceno, las alubias,
las judías y las semillas de sésamo mientras favorecen el adelgazamiento las verduras,
las algas marinas, los pescados, los lácteos, la piña y el tofu.
Conclusión
Hasta aquí un breve resumen de lo
expuesto por los D'Adamo -padre e hijo-. Sólo nos resta apuntar que a nuestro
juicio la generalización propuesta es demasiado amplia y probablemente no
responda a la realidadindividual aunque sí pueda reflejar las
"tendencias". Por otra parte, elTest Indicán permite saber si tenemos
problemas con los alimentos pero no conocer cuáles son concretamente los que
nuestro organismo rechaza
activando las defensas del sistema
inmune. Sin embargo, los actuales tests de intolerancia o sensibilidad
alimentaria sí los detectan por lo que lo más adecuado es someterse a ellos.
Una posibilidad, por cierto, a la que debería optar toda aquella persona a la
que se le ha diagnosticado una enfermedad autoinmune. Es muy posible que
mejoren simplemente eliminando los alimentos a los que su organismo reacciona con
virulencia.
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